Un tesoro virreinal en el Prado: la Virgen de Guadalupe
- Ana Bouzas

- 1 oct
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Tras el cierre de la exposición “Tan lejos, tan cerca. Guadalupe de México en España”, el Museo Nacional del Prado recibe en depósito temporal por un año una pieza excepcional: una pintura en técnica de enconchado que representa a la Virgen de Guadalupe. Procedente del antiguo convento de la Preciosísima Sangre de las monjas capuchinas de Castellón de la Plana, esta obra se incorpora a la sala 18 del edificio Villanueva, ofreciendo al público la oportunidad única de contemplar uno de los ejemplos más notables de esta delicada tradición artística.
La técnica del enconchado, nacida en la Nueva España entre finales del siglo XVII y principios del XVIII, fusiona influencias orientales y europeas: láminas de nácar incrustadas en madera, pigmentos ligeros, lacas, barnices y a veces polvos de oro o plata, logrando un efecto iridiscente de deslumbrante riqueza visual. Utilizada en obras religiosas, biombos y tableros, esta práctica fue muy apreciada en España, convirtiéndose en símbolo de suntuosidad y refinamiento.
El enconchado presentado en el Prado destaca por su dimensión monumental, ya que reproduce en tamaño real la imagen original de la Virgen, rodeada de las cuatro apariciones a Juan Diego y enmarcada por un exquisito ornamento de uvas, flores, pájaros y mariposas. Su magnitud lo convierte en una de las dos Guadalupes en enconchado más grandes conocidas, comparable únicamente con la que se conserva en Tlaxcala, México.
Además de su valor artístico, la pieza porta consigo una historia cargada de espiritualidad y patronazgo real. En el siglo XVIII, el convento de la Preciosísima Sangre albergó un rico patrimonio con obras de talleres de Zurbarán, Jerónimo Jacinto de Espinosa y Pedro de Mena. Tras el traslado de la comunidad capuchina en 2012, el enconchado permaneció oculto, sin acceso público, hasta hoy.
Con esta incorporación, el Museo del Prado no solo amplía el diálogo entre el arte europeo y el virreinal, sino que también ofrece a los visitantes una joya de delicadeza única: un testimonio brillante del mestizaje artístico que unió continentes bajo el resplandor eterno de la Virgen de Guadalupe.*
Fuente: Museo de Prado









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