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Tras las huellas de los Jesuitas

Texto y Fotos: Ana Bouzas

Rumbo al sur por la ruta Nº 1 partimos desde Asunción hacia la llamada “Ruta Jesuítica”, para disfrutar de una experiencia de carácter histórico–cultural sin igual. Un capítulo sustancial en la historia del país marcada a fuego por la presencia de los misioneros de La Compañía de Jesús, quienes se establecieron en los siglos XVII y XVIII en un vasto territorio del país, logrando en poco tiempo un prestigio extraordinario empleando la prédica y la enseñanza, consiguiendo compartir un sistema de

vida en común con los guaraníes.

 

Las Reducciones eran pequeñas comunidades autosuficientes en las que se enseñaban técnicas de agricultura, construcción y artesanía. Eran un modelo casi utópico de convivencia entre los misioneros y los guaraníes, de hecho la importante presencia de la cultura guaraní en el Paraguay actual se debe en gran medida a esta respetuosa relación y el mestizaje promovido por ella.

 

Sus edificios principales eran la Iglesia, el cementerio y la escuela, además de una casa comunal para alojar a viudas, huérfanos y mujeres solteras. Agricultores por excelencia, se basaban en la economía del trueque, pero también se especializaban en oficios trabajando el hierro, la plata y el enchapado en oro. Allí se crearon esculturas, tallados y pinturas barrocas guaraní de un valor inigualado.

 

El crecimiento económico y político de las mismas despertó la animosidad de los gobernantes de la época, generando varios intentos de sometimiento hasta que finalmente en 1767, el Rey Carlos III de España, ordenó la expulsión de los jesuitas. A partir de ese momento, franciscanos, dominicos y mercenarios tomaron a su cargo las reducciones, constituyendo la Gobernación de las Misiones Guaraníes.

 

Tras sus pasos, una a una fueron saqueadas, quemadas y abandonadas, y en menos de 15 años veintidós de las treinta reducciones desaparecieron. Hoy solo quedan algunas de sus ruinas en donde se establecieron exquisitos museos y visitas guiadas que se han convertido en uno de los atractivos turísticos culturales más importantes del país.

 

Luego de haber transcurrido 226 km nos encontramos con las Ruinas de San Ignacio Guazú, la primera reducción jesuita del Paraguay. Centro político de las misiones, fue el lugar donde se procedió a la fundación de los 30 pueblos jesuitas de la región. En el recorrido apreciamos parte del claustro, del colegio y varios pabellones de viviendas indígenas. Cuentan con un atractivo museo que conserva esculturas e imágenes religiosas, así como mapas y documentos de la época que han sido expuestos en grandes eventos mundiales.


El atardecer nos tiñó de naranja el camino, y entre anécdotas y un poco más de historia llegamos justo para ver uno de los espectáculos mas emocionantes. La Misión de Trinidad del Paraná nos aguardaba en una noche cerrada, donde sólo la luz de la luna acompañó durante el recorrido de “Luces, Sonidos e Imágenes”. La propuesta fue caminar en silencio, visitando los diferentes puntos de las ruinas alumbradas por tenues luces y acompañadas del sonido de la naturaleza y cantos sacros, que lo

transportaban a uno a sentir el estilo de vida de aquella fascinante época. Una experiencia distinta y poco usual que siempre recordaré.

 

Agotados del largo viaje, nos hospedamos en el hotel Papillon, donde nos esperaban

con un entrañable asado maridado por excelentes tintos.*


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