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Test Drive • Ferrari Portofino; La “baby” de Maranello


En tiempos pre pandemia, sin restricciones, tuve la oportunidad de viajar a Los Angeles, California. Allí me recibieron como a una celebrity. Al llegar a mi hotel, ubicado en West Hollywood, una Ferrari Portofino me esperaba en el garage. Las llaves estaban en poder de la persona que se ocupa de mantener y asignar a periodistas y personalidades influyentes de la industria automotriz los vehículos de la envidiable flota de cavallinos que la firma italiana posee en la Costa Oeste de Estados Unidos. Esperándome en el lobby, firmamos el contrato de responsabilidades y comodato, y me entregó la llave roja de la felicidad.


Inmediatamente fui a verla, a olerla, a sentirla. Me tocó un discreto color Grigio Titanio combinado con tapicería interior de fino cuero italiano en el tradicional color Cuoio, una configuración que le aporta un estilo más señorial que deportivo, pero que le queda de maravilla. Impecable y con tanque lleno, no me demoré ni un minuto en tomar contacto con la Portofino. Poner en marcha una Ferrari produce solo alegrías, las que sostendría durante los próximos siete días.


La conduje unos 800 kilómetros por Los Angeles y la Costa Oeste, recorriendo las rutas y calles de Long Beach, Huntington Beach, Newport Beach y Laguna Beach, los balnearios californianos más exclusivos, donde los ricos y millonarios vacacionan los meses de verano en sus lujosas mansiones y se pasean en superdeportivos, donde esta “baby” Ferrari pasó inadvertida (aunque no para mí).


La Portofino es la sucesora de la California T (turbo). Básicamente monta el mismo motor V8 biturbo de 3.9 litros, solo que en esta versión lograron obtener 600 CV (40 cv más) gracias a una nueva gestión electrónica, nuevos pistones, bielas, sistema de admisión de aire y sistema de escape, y lo vistieron con un diseño mucho más logrado que el de su antecesora. Sus líneas fueron una creación del Ferrari Design Centre con Flavio Manzoni a la cabez esta vez sin la colaboración de Pininfarina. A mi criterio el resultado es un diseño mucho más armonioso y estilizado.


Su plataforma esconde algunas modificaciones, siendo más liviana y con mayor rigidez, logrando un reparto de pesos del 46% sobre el eje delantero y del 54% en el eje trasero. Algo sumamente asombroso teniendo en cuenta que el mayor peso, proveniente del motor, se aloja en el frontal del auto. Esto se traduce en una excelente condición de manejo, mucho más equilibrada y con mayor transmisión de la potencia a las ruedas motrices, y al asfalto.


En una era en la que las marcas se embarcaron en una guerra por obtener y superar los 1.000 CV, la potencia de este cavallino parece poca. Puedo asegurar que es más que suficiente para divertirse o incluso darse más de un susto si se desconectan las ayudas electrónicas y se ponen a jugar con el pie derecho. Está claro que quien compra una Portofino no es el mismo tipo de comprador de una 488 o una F8 Tributo, que seguramente buscan otras sensaciones. Pero aún siendo la más “económica” que se puede adquirir, y también una de las más utilizables en el día a día (incluso mucho más que la GTC4 Lusso). Desde Maranello dicen sin tapujos que se trata de un Gran Turismo y no de un deportivo extremo, y tienen razón, pero no deja de entregar emociones al volante.


La puse a prueba en el uso diario, yendo a pasear, a cenar, al supermercado y de compras. La única diferencia entre un verdadero propietario y quien escribe fueron las marcas de las bolsas a la salida del shopping. Mucho H&M, Forever21 y Zara, y nada de Dolce&Gabbana, Gucci o Ermenegildo Zegna. En el tránsito urbano se desenvuelve con naturalidad. No está condicionada por el poco despeje ni por el ancho que sí presentan otras Ferrari (sobretodo las más deportivas). Claro que en California es prácticamente imposible encontrar los cráteres de las calles de nuestra querida Argentina, y los espacios para estacionar o maniobrar son gigantescos. Seguro que la suspensión trasero electrónico de nueva generación combinado con el F1-Trac, que mejora el grip mecánico y el control del coche.

Lo más lindo sin lugar a duda es conducirla a cielo abierto, para lo que verdaderamente fue creada. La practicidad del techo rígido retráctil es inobjetable. Un botón y unos cuantos segundos transforman a la Portofino por completo, pasando de una elegante coupé a un orgásmico descapotable. Con el techo guardado en el maletero todas las sensaciones se magnifican. El difusor de aire trasero cumple con la función de evitar el ingreso del viento en hasta un 30% menos que su antecesora. Por suerte esto no evita que ingrese el bramido del motor, que si bien se ubica al frente justo por detrás del eje delantero, el sonido combinado con el proveniente de las cuatro generosas salidas de escape traseras invadía en justa medida el habitáculo, produciendo en mí hermosas vibraciones en el oído que mi pasión por la marca transformó en cosquillas.


Esta zona de California está bastante controlada, sin embargo pude encontrar algunos caminos secundarios solitarios para exigir lo suficiente a este Gran Turismo para entender y aprender lo que tiene para dar. Según datos de fábrica, acelera de 0-100 km/h en apenas 3,5 segundos. Hice esta prueba (aunque no cronometrada) varias veces y puedo asegurar que no notarían la diferencia con otro auto que logre bajar algunas décimas ese registro. Lo cual me lleva a pensar para qué quiere uno más de 1.000 CV en un auto de calle. Al fin y al cabo, aquellos que reconocemos tener aptitudes por encima de la media al volante debido a la pasión por los autos y a la experiencia al volante, pero que no somos pilotos profesionales, jamás podríamos exprimir al máximo toda esa potencia en condiciones normales, incluso dentro de un circuito. Por ello creo que los 600 CV que entrega esta Portofino son suficientes para divertirse y sentir adrenalina en la medida justa.


Esta potencia se encuentra disponible desde las 3.000 rpm, casi sin retraso en la respuesta de soplado de los turbos. Sumado a una transmisión automática/secuencial de 7 marchas exquisita, rápidamente alcanza velocidades ilegales, llegando a superar los 320 km/h si así lo desea. A la hora de frenar dispone de discos ventilados perforados carbono-cerámicos delanteros de 390 mm y traseros de 360 mm montados sobre neumáticos diferenciados en medidas 245/35 R20 adelante y 285/35 R20 atrás, lo cual lo detendrán de 100-0 km/h en 34 metros. Pero las cifras son solo eso, cifras. Al traducirlas en vivencias, es cuando se toma real dimensión de sus aptitudes. Personalmente prefiero un auto que me entregue emociones y no solo magníficos registros. Y esta tana cumple satisfactoriamente con esta ecuación.


Por fuera es muy linda, y por dentro también. Dicen que los autos se disfrutan en su interior, y en este caso mejoró enormemente con relación a la California T. Todo el protagonismo recae ahora en la gran pantalla táctil central de 10,25 pulgadas, en el nuevo volante multifunción con generosas levas y en el fino cuero italiano de su tapicería. Detrás de todo esto hay un enorme trabajo para mejorar la habitabilidad. Las butacas se redujeron en peso y dimensiones, logrando un mayor espacio para las simbólicas plazas traseras que solo en caso de extrema necesidad pueden ser utilizadas por adultos, aunque solo sea para tramos cortos de traslado.


Bautizado con el nombre de uno de los pueblos costeros más ilustres y pintorescos de la región italiana de Cinque Terre, la Portofino se presentó en 2017, convirtiéndose rápidamente en el Ferrari más polivalente con un equilibrio entre confort y prestaciones digno de su origen. Un GT práctico y apto para el uso cotidiano, si es que tienes la fortuna de vivir en una ciudad como Los Angeles.•

Fotos: Andrés Canet / Ana Bouzas
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