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Salar de Uyuni: Donde la tierra se confunde con el cielo

Texto: Ana Bouzas / Fotos: Daiana Valencia para Autos&Viajes

Ubicado al sur de Oruro y al oeste de Potosí, la reconocida ciudad de Uyuni es el punto de partida para visitarlo y perderse en este inmenso mar de sal en una emocionante travesía.

 

Muy temprano por la mañana partimos en busca del salar. Nuestra primera parada, el cementerio de trenes, un lugar fascinante donde conjuntos de hierros y locomotoras antiguas contrastan con el paraje desértico de la zona.  Estas se convirtieron en un gran atractivo turístico ya que fueron las primeras de Bolivia.

 

Nos subimos nuevamente a nuestra 4x4 y luego de media hora recorriendo los paisajes del altiplano y deslumbrados por la cantidad de vicuñas salvajes que dejamos en el camino llegamos a Colchani, un pequeño pueblo ubicado en los límites del Salar. Sus atentos pobladores se dedican a la extracción de sal, de manera ultrapasada, con palas y mucho trabajo manual.

 

A tan sólo un kilómetro del centro nos encontramos con la entrada al Salar. Nos sorprende por su blanco radiante, misterioso, quieto, silencioso, y por su gran belleza singular. Aquí la madre tierra supo como recrear los más bellos paisajes andinos, sorprendiéndonos con uno de los espectáculos naturales más exquisitos del mundo: el reflejo del cielo en la blancura del salar. Aquí el cielo continua en la tierra.

Rodeado de montañas y volcanes, el Salar de Uyuni es una de las reservas de litio más grande del mundo con 400 km de extensión y una profundidad de sal que varia desde los 10 cm. a los 8 metros. Se calcula que contiene unos 10 billones de toneladas de minerales. Seguimos viaje para conocer el famoso Hotel de Sal, uno de los hoteles más extravagantes del mundo, construido íntegramente con bloques de sal. Las paredes, las mesas, las sillas, la decoración y todo lo que esta dentro del hotel esta hecho de sal. Aquí nos recibió Jaime quien nos acompañó en la visita al hotel y nos preparó un rico desayuno con café acompañado de pan quemado con chocolate, bizcochos de colores y empanaditas de alcayota, entre otras delicias.

 

Nos despedimos de él para continuar nuestro recorrido hacia la Isla del Pescado o Inkawasi, una superficie de tierra ubicada en el medio del salar que sorprende por

la presencia de grandes cactus y una variada vegetación.

 

Caminamos por la isla disfrutando el bello paisaje y subimos hacia la cima para apreciar una excelente

vista panorámica del salar.

 

Regresando al pie de la isla nos esperaba doña Rosaura con un delicioso almuerzo compuesto por empanaditas de arroz y locro carretero, y de postre el infaltable

queso de cabra acompañado con dulce de yacón.

 

Al bajar el sol retomamos el camino de regreso a la ciudad de Uyuni dejando atrás la belleza, la magia y la aventura de un lugar que nos invitó a entrar en contacto con

lo más hermoso de la naturaleza.*





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