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Punta del Diablo, el Paraíso esteño

Texto: Ana Bouzas / Fotos: Daiana Valencia para Autos&Viajes

En el corazón de Rocha, a tan solo 300 km. de Montevideo, se encuentra Punta del Diablo, pintoresco pueblo de pescadores que muere en el mar.


Es sin lugar a duda uno de los destinos más paradisíacos del Uruguay. Sus calles curvadas por el viento, su arquitectura rústica y sus playas que seducen a quienes las pisan, lo han convertido en uno de los balnearios preferidos del este uruguayo.


En un principio Punta del Diablo era un pequeño pueblo de pescadores artesanales, dedicados a la pesca del tiburón (hoy gran protagonista), pero con los años la belleza de su paisaje y su tranquilidad lo transformaron en uno de los destinos más exclusivo del litoral. Su nombre proviene de una serie de naufragios que ocurrieron en sus aguas en épocas pasadas. Rodeado al norte por el Parque Nacional Santa Teresa, al sur por la reserva forestal de pinos y eucaliptos, al este por la bravura del océano Atlántico y al oeste por la fantástica Laguna Negra atrae a los visitantes con esplendidos balnearios e increíbles paisajes que dan lugar a diferentes actividades y excursiones.


Posee un mar multifacético , con tres bellísimas playas sobre el Océano Atlántico: la Playa de la Viuda, la Playa de los Pescadores y la Playa del Rivero. Cabe destacar que las playas de Punta del Diablo ofrecen distintos servicios, cada una tiene su ritmo y su tipografía característica.


Además de sus playas, su encanto escénico y la posibilidad de practicar pesca deportiva, el principal atractivo lo dan los pescadores artesanales, que desde muy temprano se internan con sus coloridos botes en el mar, un ritual que solo algunos privilegiados pueden vislumbrar, sin embargo, entrando el mediodía, son recibidos por los tantos turistas, en su mayoría por familias, que siguen con entusiasmo el encallado de los botes.


Al atardecer Punta del Diablo parece otro sitio. Los más jóvenes se apoderan de las playas con sus guitarras para ver como el sol se mete en el mar entre mateadas y canciones.


Al caer el sol las luces del faro y las estrellas rasgan la noche y su calle principal de se llena de gente que pasea con tiempo y calma. Los artesanos y sus artesanías también encontraron su lugar en Punta del Diablo, casi pegada al mar el mercado artesanal exponen los trabajos de los tantos artesanos que se instalan cada verano con diferentes propuestas hechas con caracoles marinos, maderas, cerámicas y estrellas de mar. Además se muestran excelentes esculturas y coloridos cuadros de pintores y escultores locales.


Por las noches, además de esta feria, distintos y acogedores paradores ofrecen cenar delicias de mar y disfrutar con excelentes tragos las largas veladas hasta que el sol se asome nuevamente y la actividad del día comience otra vez confirmando que el único lujo de Punta del Diablo sigue siendo el mar y su gente.





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