Joyas del motor en el paraíso: así se vive la Clásica Tenerife
- Andrés Canet

- hace 6 días
- 2 Min. de lectura

En las Islas Canarias, donde el Atlántico abraza acantilados y volcanes, la XXIV Clásica Tenerife volvió a demostrar por qué es uno de los encuentros de automovilismo histórico más elegantes y emocionantes de Europa. Durante dos fines de semana, 78 vehículos clásicos —auténticas piezas de colección— desfilaron por La Palma y Tenerife en un recorrido que fusiona patrimonio automotor, adrenalina y belleza natural.
Este año, la prueba recuperó dos momentos icónicos de la historia del motor. En La Palma, los participantes volvieron a sentir la épica de la Targa de Los Llanos de Aridane, avanzando sobre la carretera construida sobre la lava del volcán Tajogaite: un escenario tan dramático como fascinante. Y como cierre, Tenerife homenajeó al legendario Gran Premio de 1965, con miles de espectadores vibrando mientras las ramblas de la capital se convertían —como hace seis décadas— en un circuito urbano vibrante y elegante.
Aunque la Clásica Tenerife es una competición, el podio es casi una anécdota frente al auténtico espíritu del evento: vivir el automóvil como pieza de arte en movimiento. Aun así, el duelo por la regularidad mantuvo la tensión hasta el final. El matrimonio formado por José Carlos Rendón y Samanta Montaner, a bordo de un MG A de 1955, revalidó su corona por segundo año consecutivo, imponiéndose por apenas unos puntos a sus rivales. En turismo, la sorpresa la dieron los palmeros Álvaro Álvarez y Ángel Afonso, debutantes absolutos con un MG B de 1965 que conquistó la categoría.
Con 200 participantes movilizados y miles de espectadores en carretera, la Clásica volvió a posicionarse como un evento único en España: es la única prueba homologada por la Federación Internacional de Vehículos Antiguos (FIVA). Y ya se prepara una edición muy especial: las bodas de plata, que prometen elevar aún más el listón.
El Real Automóvil Club de Tenerife, organizador del encuentro, destacó el apoyo institucional y privado que hace posible esta celebración del patrimonio automovilístico y del paisaje canario. Porque si algo demuestra la Clásica Tenerife, es que la pasión por los autos clásicos no es solo motor: es cultura, memoria y un escenario natural incomparable que cada año conquista a una audiencia creciente.
En Tenerife, donde la afición al motor es casi un estilo de vida, la Clásica se ha convertido en una cita imprescindible para quienes buscan el lujo de lo auténtico: belleza, legado y máquinas que cuentan historias.*
Fuente: Clásica Tenerife













































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