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Guardiana del tiempo: Recorrido a pie por Brujas, un viaje encantado al corazón medieval de Europa


Ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es una invitación a detener el tiempo y dejarse llevar por la poesía de sus canales, la nobleza de sus torres y la magia medieval que impregna cada piedra.


Brujas se despliega como un cuento de hadas hecho realidad. Su origen se remonta al año 865, cuando Balduino Brazo de Hierro erigió la primera fortaleza sobre el estuario del Zwin. Desde entonces, la ciudad fue forjando un legado que alcanzaría su esplendor en la Edad Media, como enclave comercial y cuna del arte flamenco.


El recorrido comienza junto al Lago del Amor (Minnewater), donde los cisnes se deslizan en calma y los sauces llorones enmarcan un escenario tan idílico como íntimo. Desde el puente, la panorámica de la ciudad anticipa la promesa de una experiencia sensorial única. A pocos pasos, se alza el sereno Beginhof, beaterio fundado en el siglo XIII, hoy habitado por monjas benedictinas. Su atmósfera de recogimiento contrasta con la vibrante Sint-Katelijnestraat, calle comercial donde el aroma del mejor chocolate belga guía el camino hacia los placeres más dulces.


En el horizonte surge imponente la Iglesia de Nuestra Señora, cuya torre de ladrillo alcanza los 118 metros de altura. Aquí se guarda una joya sin igual: la escultura “La Virgen con el Niño” de Miguel Ángel, la única de sus grandes obras que reside fuera de Italia. A pocos metros, el entorno del canal y la calle Dijver conforman un rincón encantador, donde artistas callejeros inmortalizan la silueta de la ciudad entre pinceladas y susurros de agua.


El recorrido continúa hacia el Museo Groeninge, que atesora obras maestras de la pintura flamenca, antes de internarse en el corazón palpitante de Brujas: la Grote Markt. Esta plaza majestuosa, escoltada por el Palacio Provincial y la Torre del Campanario, se llena de vida los miércoles por la mañana, cuando el mercado semanal le devuelve su vocación original de centro cívico. Quien se atreva a subir los 366 escalones del Belfort será recompensado con una vista panorámica de postal y los acordes del carillón más famoso de Europa, que canta cada 15 minutos con 47 campanas.


A través de la encantadora Braydelstraat, se llega a la Plaza del Burgo, donde la arquitectura gótica del Ayuntamiento y el esplendor del antiguo Palacio de Justicia encuadran la historia viva de Brujas. A unos pasos, la Basílica de la Santa Sangre deslumbra por su valor místico y su refinada ornamentación. Dos capillas superpuestas guardan, en una caja de plata repujada, una reliquia que cautiva a fieles y curiosos por igual.


Navegar por los canales en una embarcación es una forma sublime de ver Brujas desde otra perspectiva, mientras las fachadas medievales se reflejan sobre el agua como espejos del pasado. Frente a la Iglesia de Nuestra Señora, el Museo Hospital Memling ofrece otra mirada fascinante: la historia de la medicina medieval y seis obras de Hans Memling, emblema del arte primitivo flamenco.


El broche de oro lo pone la Catedral de San Salvador, la iglesia parroquial más antigua de la ciudad, que alberga una invaluable colección de tesoros sacros, manuscritos, tapices y obras de arte.


Donde el alma encuentra sosiego

Brujas es una ciudad para recorrer sin prisa, para sentir cómo el tiempo se diluye en cada rincón. Pasear en barco, admirar la escultura de Miguel Ángel, subir al campanario y caminar entre beaterios y antiguos hospitales es una experiencia que eleva el espíritu.


Brujas no se visita, se vive. Con cada paso, nos recuerda que la belleza más profunda es aquella que ha sabido resistir el paso del tiempo.*

Texto: Ana Bouzas / Fotos: Jan Darthet Visit Flanders


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