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Panamá: Ciudad de contrastes


La ciudad de Panamá se ha convertido en los últimos años en la capital financiera de Centroamérica por ser un paraíso fiscal y por poseer el mayor puerto de tráfico naviero gracias al Canal de Panamá. Ya desde el avión, antes de aterrizar, pudimos apreciar la embarcaciones que aguardan largas horas por su lugar para poder cruzar por el estrecho canal, una obra de la ingeniería de principios del siglo XX que logra superar las expectativas de todos los que la visitan.


Al aproximarnos a la ciudad, pudimos apreciar que ésta es alegre, llena de vida, en permanente evolución y cambio que sorprende, una urbe llena de imponentes contrastes, pero sin duda maravillosos. Nos alojamos en el Hard Rock Hotel Panamá Megápolis, ubicado en la zona más moderna: El centro financiero, que con sus altos rascacielos que se alinean frente al Pacífico forman un bonito skyline, demostrando el carácter moderno y el crecimiento sostenido de esta antigua y multicultural ciudad de Centroamérica.


Para poder entenderla es necesario hacer una breve pausa y conocer un poco de su historia, la cual comienza en Panamá La Vieja, a unos ochos kilómetros de la actual capital, fundada en el año 1519 por Pedro Arias de Ávila cuando los españoles llegaron al continente americano en busca de nuevas tierras. Estaba conformada apenas por la residencia del Gobierno, la sede episcopal, casas reales y sedes del comercio americano.


Como la mayoría de los países caribeños, Panamá también posee un gran contenido de historias épicas y leyendas relacionadas con la piratería, viviendo uno de los episodios más sangrientos por el temible pirata Henry John Morgan que saqueó e incendió la ciudad en repetidas ocasiones. Debido a esto, en el siglo XVII se ordenó su traslado a lo que hoy se conoce como el Casco Antiguo, en el barrio de San Felipe. Literalmente, la ciudad fue trasladada piedra por piedra, con todas sus órdenes religiosas, calles, avenidas y plazas, dejando atrás solo las ruinas.

Su bonito skyline demuestra el carácter moderno y el crecimiento sostenido de esta antigua y multicultural ciudad de Centroamérica.

Cuesta imaginar, al mirar los escasos vestigios de la ciudad original, el esplendor que logró en la actualidad. Hoy tan sólo permanecen en pie los restos de la catedral, el cabildo y las casas reales, por donde solo caminan turistas sin prisa deseosos de conocer qué fue lo que sucedió en este sitio declarado Patrimonio de la Humanidad.


La avenida Balboa, que fluye paralela al océano y la aglomerada Vía España son las dos principales arterias que atraviesan la capital panameña uniendo el centro financiero con el casco antiguo y atravesando los modernos barrios de El Cangrejo y Bellavista, repletos de bares, discos y restaurantes con una gran oferta gastronómica y nocturna.


Meca imbatible del shopping latinoamericano, la ciudad es un paraíso para quien disfruta de las compras. La Avenida Central es una pintoresca peatonal, adornada con numerosas plantas y bancos para descansar, mientras Albrook Mall y Multiplaza compiten en atraer al visitante con increíbles precios y ofertas.


Una agradable manera de conectar el distrito financiero con la Ciudad Vieja, es a través de el paseo marítimo, conocido como la Cinta Costera, que ofrece increíbles vistas de ambas zonas, un maravilloso contraste entre lo moderno y lo viejo. Antes de llegar al casco antiguo, el Mercado de Mariscos es una parada obligada, observar cómo descargan la pesca del día, pasearse por el mercado típicamente panameño y almorzar en uno de sus restaurantes es algo que no puede faltar en el recorrido. El imperdible: el ceviche, que se vende en vasito.


Levantado en una península que se adentra en el Pacífico e inmerso en un ambicioso proceso de restauración, el Casco Antiguo se reconvirtió en el ícono de la ciudad. Caminar tranquilamente por sus empedradas callejuelas, con antiguas casas con balcones de hierro forjado, puertas de madera y los alegres colores de sus paredes es un verdadero placer. Estas conllevan a un reencuentro con su historia, evocándonos imágenes de un glorioso pasado de aquella ciudad que logró ser el centro comercial del nuevo mundo. Hoy se han restaurado fachadas, edificios históricos, calles y plazas. Las obras continúan a un ritmo frenético para lograr una restauración total del casco antiguo y recuperar su colorido aspecto de antaño.


Su corazón es la plaza Independencia y está presidida por uno de sus principales puntos de interés: La barroca Catedral Metropolitana, construida a finales del siglo XVII. Por supuesto ésta no es la única. Podemos encontrar entre sus antiguas callejuelas la pintoresca iglesia de La Merced, la de San Francisco de Asís y la iglesia de San José que atesora un precioso altar en oro del siglo XVII. Según cuenta la leyenda éste se salvó de ser saqueado por el pirata Morgan en 1670, gracias a que el cura de la iglesia lo pinto de negro para ocultar el oro cuando se enteró que Morgan estaba saqueando la ciudad, y así hacerlo pasar por madera de caoba. Otro punto interesante es el Arco Chato, una de las pocas partes que se mantienen a pie del antiguo Convento de Santo Domingo. Un mito popular sostiene que la resistencia de este arco convenció a los americanos que los terremotos no eran un problema en Panamá, definiendo así la construcción del famoso Canal. Otro lugar destacado es la plaza Francia en el extremo del casco antiguo, junto a las antiguas bóvedas y sus vistas al océano.


En sus alegres y angostas calles se suceden a nuestro paso antiguos edificios coloniales que se entremezclan, según orientación, con la panorámica de la moderna ciudad y sus altos rascacielos, otorgando uno de los contrastes más maravillosos. Además en esta zona se destacan edificios como el de la Presidencia, el Palacio de las Garzas, el Teatro Nacional y la Casa Góngora (la única que conserva su estilo colonial original), que reflejan los diferentes períodos históricos que dejaron una indudable huella con el paso del tiempo.


En un imponente edificio se encuentra El Museo del Canal Interoceánico, una institución permanente sin fines de lucro al servicio de la sociedad y su desarrollo; que adquiere, conserva, investiga, interpreta, difunde y expone los testimonios de la historia de Panamá y su Canal, para la educación, conocimiento y deleite del público.

En una permanente evolución, el centro financiero, con sus altos rascacielos que se alinean frente al Pacífico es la zona más moderna de la ciudad.

Deambular por sus calles cargadas de historia nos permitió también disfrutar de otros atractivos como pequeños negocios boutique y tradicionales restaurantes y cafés que le otorgaron un singular encanto a la zona, ideales para degustar panificaciones francesas, chocolates panameños y un sinfín de delicias. En definitiva el Casco Antiguo es un lugar para pasear, fotografiar y disfrutar tanto de día como de noche.


Muy cerca de aquí se encuentra El Causeway o La Calzada de Amador, una vía que conecta la parte continental de la ciudad de Panamá con tres islas del océano Pacífico (Punta Culebra, Perico y Flamenco), las cuales forman un pequeño archipiélago con una amplia oferta de ocio y espacio para practicar deporte al aire libre. Es sin duda uno de los lugares de moda de la ciudad. Su paseo peatonal ofrece excelentes vistas panorámicas de la entrada al Canal y del Puente de las Américas (otra gran obra de ingeniería). En Punta Culebra están ubicadas varias instalaciones del Instituto Smithsoniano de Investigación Tropicales, este incluye el Centro de Exhibiciones Marinas de Punta Culebra y el Museo de la Biodiversidad diseñado por el arquitecto canadiense Frank Gehry.


Hasta aquí todo es maravilloso y bien vale la pena el viaje, pero ninguna visita a la Ciudad de Panamá puede considerarse completa sin antes conocer su gran atracción, esa obra maestra de la ingeniería que comenzó a funcionar hace más de cien años, en 1914: el Canal de Panamá. Recorrerlo es comprobar que los grandes sueños pueden llegar a hacerse realidad.


Este proyecto tuvo sus primeros indicios a principio del siglo XVI cuando se empezó a visualizar la posibilidad de unir los dos océanos, el Pacífico y el Atlántico, aprovechando el estrecho istmo que posee este país situado en el centro del continente americano. Sin embargo, luego de varios intentos durante años, este sueño logró convertirse en realidad a principios del siglo XX cuando el buque SS Ancón logró cruzar por primera vez el Canal, convirtiéndolo en una de las principales rutas de navegación marítima del mundo.

La exclusas Miraflores del Canal de Panamá son las más visitadas debido a su cercanía con el centro de la ciudad.

El centro de visitantes de las exclusas Miraflores cuenta con un pequeño museo sobre la historia del canal, una sala de proyección y varios miradores donde se puede ver el cruce de los barcos en vivo. Durante la visita pudimos contemplar la magnitud y lo pequeños que nos podemos sentir a lado de tan imponente obra.


Si bien la operación nunca se detiene, las diferentes exclusas tienen horarios operativos diferentes por lo que conviene consultar los mismos antes de acercarse. Nosotros hicimos los deberes y por ello pudimos ver pasar dos grandes embarcaciones, que encajonadas en un estrecho del canal, fueron avanzando lentamente, guiadas por minúsculas grúas llamadas mulas a través de las esclusas. En ellas surge la magia de lograr que las aguas suban y bajen para equiparar el nivel de los océanos y así los barcos puedan seguir su camino, ahorrándoles días de navegación a un costo muy inferior. Un espectáculo imperdible y único, que gracias a la excelente predisposición de quienes con orgullo trabajan allí completará la experiencia.


La gran conexión entre el pasado, el presente y el futuro posicionaron a la Ciudad de Panamá como un destino codiciado de Latinoamérica. Pero es la calidez de su gente lo que merece la recomendación de visitarla. Serán siempre recibidos con una sonrisa, la misma que tendrá usted cuando comience a descubrirla.•

Fotos: Andrés Canet

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