SLR Tour Adriatica Croacia: Etapa III
ETAPA 3
ZADAR - PARQUE NACIONAL KRKA - SPLIT - HVAR (Dist. 300 km).
Una etapa marcada por la perfecta combinación de naturaleza y arquitectura. Una tregua refrescante en pleno verano europeo.
Bien descansados, comenzamos un nuevo día con una excursión dentro de la campiña. Desde el mar hacia el interior del país, establecimos nuestro curso hacia el Parque Nacional Krka (“Kerka”), en Lozovac. Este parque lleva al visitante a un paisaje único e idílico del río homónimo, con un total de 860 especies de plantas, 220 de animales y una de las más extensas colonias de murciélagos de Europa. En el parque, el espumoso río Krka serpentea la barranca como cañón a lo largo de la suave pendiente cubierta de vegetación. Las ruinas de antiguas fortificaciones bordean los 72 km de orillas del Krka, el río más largo en Dalmacia central. En una pequeña isla del lago, el Monasterio de Visovac se alza solitario, motivo de una foto perfecta.
Pero lo más impresionante de todo es el río en sí, que tiene siete grandes zonas de saltos y decenas de piscinas, estrechos, brazos, cuencas y rápidos para superar un diferencia de altura de no menos de cuarenta y seis metros, mostrando constantemente nuevas facetas a lo largo de su curso. Con todo esto, no es de extrañar que el Krka sea considerado como uno de los más espectaculares ríos de Europa. Nos pusimos la malla y pasamos un buen rato descansando en sus orillas, dándonos un chapuzón cada tanto para refrescarnos del agobiante calor europeo.
La Costa Dálmata de Croacia esconde muchas perlas más allá de los destinos tan clásicos como Dubrovnik. Šibenik, ubicada muy cerca del Parque Nacional Krka, es uno de esos lugares que suelen pasar de largo los turistas, especialmente cuando disponen de poco tiempo. Hacia allí nos dirigimos luego del merecido chapuzón. Es una ciudad relativamente moderna en comparación con sus vecinas, ya que surgió a partir del siglo IX. No guarda por tanto restos de la Antigüedad, pero sí cuenta con imponentes monumentos. El más importante de ellos es la Catedral de Santiago (Sveti Jakov). Construida en el siglo XV en tres etapas, en una transición del gótico tardío al renacimiento, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
A escasos pasos de la catedral se encuentra la idílica taberna Pelegrini, donde almorzamos comprobando el talento del chef Rudolf Štefan. Pero primero nos dirigimos a una de las tantas terrazas pequeñas de la antigua ciudad para combinar un delicioso tentempié de fiambres caseros, mini cazuelas de langostinos y otras delicatessen, con el azul profundo de las aguas del Mar Adriático como telón.
Finalizado el almuerzo volvimos a nuestros autos para emprender el camino hacia Split a través de una autopista perfecta, bien custodiados por la policía local que nos permitió en una zona controlada alcanzar velocidades por encima del límite legal. Para quienes nunca han conducido una barchetta moderna, la versión Stirling Moss del Mercedes Benz SLR McLaren brinda una sensación similar a la que sentían los pilotos de la Mille Miglia o la Targa Florio en la década del 50, con la salvedad de disponer de medidas de seguridad contemporáneas. Conducir a más de 250 km/h sin poseer de un parabrisas tradicional es una de las tantas cosas que voy a recordar. La única protección, obligatoria por instrucciones explícitas del organizador, era un casco. Pero el viento y la turbulencia a esas velocidades es brutal, al punto que resulta casi imposible levantar los brazos sin correr el riesgo de lesiones.
Aprovechando el buen ritmo, llegamos a Split tan rápido como la abandonamos. En este punto fue una verdadera pena no poder dedicarle un tiempo a recorrer esta magnífica ciudad portuaria. Como ya hemos mencionado, Croacia posee decenas de estas ciudades que valen la pena conocer. Dejamos los autos al cuidado del staff y el grupo abordó diferentes lanchas de alta velocidad con rumbo a la isla de Hvar (“Juar”). El arribo compensó con creces la pena por no haber podido disfrutar de Split. Llegamos justo para presenciar un atardecer mágico, impregnado de colores naranja y un dorado muy especial que pintó el ingreso al Sunčani Hvar Adriana Hotel directamente desde el puerto.
Con apenas setenta kilómetros a lo largo y sólo once de ancho, Hvar es la isla croata más célebre de la costa dálmata. En verano los yates de ricos y famosos dominan las marinas de su capital, que lleva el mismo nombre, y no es casual que muchos la llamen “la Capri o la Saint-Tropez croata”. Sus calificativos de cool o trendy la ponen permanentemente en el Top 10 de las mejores islas del mundo. La vida se concentra en la plaza central, hasta donde llegan las aguas cristalinas.
Durante el día los amantes de la arquitectura pueden explorar los monumentos de la ciudad o practicar buceo en el litoral rocoso. Pero la verdadera vida en Hvar comienza por la noche. Con el crepúsculo, la isla sacude la modorra del calor y revive a los ojos del visitante. No es difícil toparse con Tom Cruise, Estefanía de Mónaco, Paris Hilton, Jack Lang o algún nuevo rico ucraniano bajando de un lujoso yate para sumergirse en la noche isleña que empieza con los after beach parties a las seis de la tarde, y que se extienden hasta el alba. El sitio preferido de éstas y otras celebridades es Carpe Diem, un espacioso local decorado al estilo oriental en pleno puerto. Pero no es el único, y en una sola noche se puede saltar de uno a otro sin ninguna dificultad.
Pero antes de dar rienda suelta en la noche de Hvar, nos trasladamos a la cercana isla de Palmižana para cenar en el restaurante Meneghello. Allí continuamos deleitándonos con más de la tradicional cocina dálmata, como la langosta Brodetto, simplemente soberbia. De regreso disfrutamos un buen rato de la movida noche de verano europeo hasta que se agotaron nuestras baterías y regresamos al hotel con el enchufe en la mano.•
FOTOS: Thomas Koenig / Andrés Canet